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¿Por qué la gastronomía es además experiencia?
Sin duda alguna, pocas cosas hay tan hedonistas y confesables como comer. La gastronomía se ha convertido en la experiencia de saborear, de degustar. De diferenciar. De afilar placenteramente el sentido del gusto para conocer sabores, texturas. Para tener capacidad de juzgarlas. Nos hemos rendido al -insisto- confesable vicio de aprender a valorar enormemente lo que comemos como un placer necesario para vivir.
Por eso, para los amantes de la gastronomía, sentarnos a una mesa para saborear supone un auténtico ritual. Una antesala que también se paladea, aunque sepa a espera, ante la mera expectativa de lo que llegará para despertarnos el paladar. Pero, curiosamente, incluso ese gran placer de degustar buenas creaciones culinarias, busca un más allá: no solo hacerte vivir una experiencia en el plato sino literalmente en todos los sentidos.
Y si comer comienza con la vista, la gastronomía ha sabido conquistarla ahora más que nunca. Un hecho fomentado por esa creatividad que vive la cocina actual. Un momento de auténticas obras de arte culinarias que seducen a los ojos, que incitan a valorar el hecho de saborearlas solo por cómo están creadas.
Un fenómeno que responde a esa necesidad de marcar la personalidad que los primeros espadas de la cocina tienen y que nos regalan composiciones que, por sí mismas e incluso sin probarlas, tienen un sabor único.
ESPACIOS EFÍMEROS PARA ENVOLVER LOS PLATOS
Espacios camaleónicos que surgen y resurgen en el lugar menos imaginable y ofrecen la posibilidad de disfrutar de la cocina de grandes nombres de la gastronomía en formatos diferentes al habitual. Un formato que ya ha conquistado ciudades como Madrid y Londres.
GASTRONOMÍA CON LOS CINCO SENTIDOS
Pero incluso más que los espacios creados para disfrutar la buena cocina, la gastronomía se ha aliado de manera interesada con los cinco sentidos como un auténtico medio para valorarla todavía más. Quizás por es también las cenas dans le noir siguen teniendo un público que se aventura a descubrir sus sentidos mermándose del placer de la vista. Un concepto que pretende potenciar precisamente la agudeza del paladar y de la nariz como un auténtico ejercicio para retarse a uno mismo a descubrir aromas y sabores sin prejuzgar con la vista. Un auténtico ejercicio sensorial que es también juego.
Un juego de experiencias, de despertar los sentidos. Una búsqueda incesante de una experiencia que mejore la anterior, no solo gastronómicamente hablando sino también a nivel sensorial. Quizás por eso, los que nos consideramos amantes de las sensaciones habríamos deseado degustar la cocina de los Hermanos Roca en una atmósfera tan sensorial como El Somni.
Sensaciones, de eso se trata: de construir con ellas auténticas experiencias que no solo se mastiquen. Ese es también el reto para la cocina y la incansable búsqueda del comensal.