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Le Mirage de Tánger: el vigía mágico del Atlántico
Dicen que la luz del Atlántico tiene algo singular, que su calor y color son especiales, y que solo por eso supone una experiencia para los sentidos. Quizás por eso, el hotel Le Mirage se encuentra en uno de esos lugares Like No Other del Planeta. Una singular lengua de tierra que le gana terreno al mar y a la playa para ofrecer un espacio en el que solo estar hace que se despierten las sensaciones.
Un auténtico vigía sobre un océano, un mirador para abandonarse a la placentera rendición de dejarse llevar por unos atardeceres cálidos que dan paso a noches impregnadas del exotismo de Tánger. Con ese aroma en el aire tan singular que tiene África. Con esa sensación en la piel que regala Le Mirage de vivir una experiencia personal solo alojándose entre sus muchas cuatro paredes.
Por esos motivos, Le Mirage fue el lugar elegido por Brockmans para celebrar Live A Night Like No Other. Más que un hotel, un espacio que respira el aire del Atlántico y la virginidad de las playas salvajes de la costa de Marruecos. Un lugar en el que, con la caída del sol, las noches se convierten en un recuerdo inolvidable.
UN LUGAR MARCADO POR LA MITOLOGÍA
Tal vez su magia reside en que este singular resort de lujo, uno de los más exclusivos de Marruecos y el más distinguido de Tánger, está además situado en uno de esos lugares únicos del Mundo: sobre las que, cuenta la mitología, fueron las cuevas en las que Hércules se refugió para descansar tras cumplir con sus doce pruebas. Una caverna orientada al Atlántico desde la que, en los días de mar en calma, es posible ver el Estrecho de Gibraltar mientras el mar y el cielo se unen a golpe de mareas. Con sabor a sal.
Es precisamente sobre esta cueva donde se levanta Le Mirage. A su acceso a la playa privada de la que goza se le suma el encanto del acantilado sobre el que se sitúa. Majestuoso y con el carácter encalado de las construcciones del Norte de África, Le Mirage está concebido como un conjunto de pequeños palacetes de lujo que cuenta incluso con su propia oferta gastronómica y una zona de bar club.
La intención: no extrañar nada de lo que puede haber o suceder más allá del recinto.
EL PLACER, EJE DE CADA ESTANCIA
Pero más allá de su privilegiada ubicación, Le Mirage tiene además su propio atractivo. Cada habitación hace que el huésped se sumerja en una auténtica atmósfera de placer y calma. Un contenido derroche de lujo y elegancia que acaricia al visitante con sutileza.
Que le hace sentirse un auténtico privilegiado por poder disfrutar de unas suites orientadas al Atlántico o a uno de los jardines interiores en los que la vegetación y el agua reinan a golpe de brisa de océano. A golpe del ronroneo de mar día y noche.
Y si dormir entre sus paredes es un placer, lo es todavía más entregarse en su terraza, gin tonic perfecto en mano, al disfrute del paso del tiempo. A dejar pasar las horas, a saborearlas lentamente.
A hacerlo con toda la intensidad que regala la placidez de un lugar para perderse o para encontrarse.