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Así nació el gin tonic
Presente desde el siglo XVII, el gin tonic no es solo uno de los cócteles más populares sino también una de las bebidas con más tradición de la historia. El origen de su combinación es todavía hoy una mezcla de leyenda y realidad que complica saber cuándo nació con exactitud.
El gin tonic mantiene desde su nacimiento como tal la base de su receta: ginebra y tónica. Un básico que, gracias a la evolución de sabores de sus dos ingredientes fundamentales, vive un momento de transformación en el que aderezos, botánicos y otros elementos aromáticos convierten una copa en un auténtico mundo de aromas.
Pocos cócteles tienen tanto pasado como el gin tonic. Un pasado del que muchos se han disputado su autoría y que demuestra que, con el paso del tiempo, el gin tonic goza de buena salud como cóctel de disfrute. Un aspecto muy alejado de unos orígenes en los que su combinación se consumía como preparado médico para luchar y prevenir la malaria.
Para entender el origen del gin tonic, hemos de remontarnos a dos lugares tan singulares como Perú y La India. Pero, también, a dos momentos históricos muy distintos que marcan de manera inevitable el origen de un cóctel que solo comparte con sus raíces la base de su receta. Un nacimiento que dista mucho del glamour que hoy tiene el gin tonic.
LA QUININA, EL ORO INCA DEL SIGLO XVII
Entender el origen del gin tonic no puede hacerse sin darle el protagonismo que se merece a la quinina. Un extracto natural procedente de un árbol que, lejos de ser únicamente un remedio medicinal, provocó el nacimiento del gin tonic tal y como lo conocemos.
La versión más extendida otorga a la española Condesa de Chinchón el descubrimiento del uso terapéutico de una singular corteza (la de cinchona, de donde se extrae la quinina) en el Viejo Continente, concretamente en 1638. Enferma de malaria, entre sus cortesanos del Perú de 1632 eran conocidas las propiedades curativas del árbol de la Cinchona (que solo crece en las colinas de los Andes). Algo que no solo le salvó la vida sino que, incluso, generó que la Cinchona se exportara a Europa.
Pronto fue reconocida como medicamento en la prestigiosa London Pharmacopoeia (la Biblia médica de la época) y, solo un siglo después, era objeto de estudio para diferentes científicos en busca de una manera más sencilla de administrar el principio activo de la cinchona.
EL EJÉRCITO INGLÉS, RESPONSABLE DEL PRIMER GIN TONIC
Padre del agua tónica, a Jacob Schweppe se le atribuye el mérito de haber transformado una bebida médica en el precursor del actual gin tonic.
Serían Pierre Joseph Pelletier y Joseph Bienaimé Caventou (científicos franceses) quienes lograran en 1817 extraer su principio activo (la quinina) y convertirlo en pastillas. Unos comprimidos que comenzaron a enviarse a las distintas colonias europeas tropicales de la época en África y Asia para paliar los estragos de la malaria.
A pesar de su efectividad médica, pronto fue necesario buscar una alternativa a su consumo: su extremo amargor complicaba mucho la administración a los enfermos. Motivo más que suficiente para que, en torno a 1825, oficiales ingleses destinados en La India comenzaran a disolver las pastillas en el gin de origen holandés que la Marina Real inglesa había contribuido a expandir por el mundo con sus viajes. Un hecho curioso ya que en la Inglaterra de entonces, la ginebra no gozaba de simpatía.
EL AGUA TÓNICA O CÓMO EL GIN TONIC SE TRANSFORMÓ EN BEBIDA DE PLACER
Pronto nacería lo que se conoció como el Indian Water Tonic: una mezcla de quinina, ginebra, agua, edulcorantes y aromatizantes, habitualmente lima.
Un precursor del gin tonic de hoy que evolucionaría en poco tiempo de manera natural (el ejército inglés sustituyó el agua por la soda) y lo haría por completo con la irrupción de las aguas tónicas carbonatadas inventadas por Johann Jacob Schweppe , el padre de la tónica Schweppes que conocemos hoy.
Sería gracias al invento de Schweppe cuando el término gin tonic se acuñó por completo y lo que es más importante: el motivo decisivo para que el gin tonic comenzara a tomarse por ser un cóctel refrescante y lúdico para celebrar en lugar de para curar.
Casi cuatro siglos de historia, de mucha historia, y viajes concentrados en una copa. ¿No es un buen motivo para honrar su historia saboreando uno?