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Ocho errores que pueden estropear un gin tonic
Disfrutar de un gin tonic es, en sí mismo, un auténtico momento de disfrute. Una bebida tan versátil que puede ser ideal para compartir con amigos pero, también, para saborear en soledad. Precisamente por ese carácter de momento especial que tiene la bebida en sí, es importante conocer cómo preparar un gin tonic para que la experiencia cumpla con nuestras expectativas: disfrutar.
Aunque, como ya hemos visto con anterioridad, el proceso de elaborar un gin tonic es sencillo, sí es importante saber que hay determinados factores que inciden de manera directa en su sabor final. Unos que podemos evitar si conocemos hasta qué punto detalles que pueden parecernos nimios a simple vista (como la elección de la cristalería o el aderezo con el que acompañemos la copa) pueden estropear el resultado final.
Así, y para que nada ni nadie nos prive de ese inmenso placer de saborear un gin tonic, nada como descubrir qué debemos evitar al prepararlo.
Una lista sencilla de apenas ocho aspectos que, lejos de ser secundarios, son auténticas claves de éxito. Consejos para garantizarnos que ese momento de saborearlo, ya sea con gente o en el más riguroso silencio, va a cumplir su cometido: regalarnos un momento de placer.
OCHO ERRORES QUE CAMBIAN EL SABOR DE UN GIN TONIC
Añadir “ginebra de más”
Aunque hay mucha gente que disfruta del “un poquito más” en la copa, lo cierto es que para conseguir el equilibrio perfecto entre refresco y ginebra siempre tendremos que guiarnos por una pauta establecida: 50 cl. de ginebra (en el caso de Brockmans Gin) para un gin tonic. De esta forma, podremos saborear como se merece el destilado sin pecar de excesos (que pueden hacer de la mezcla una más fuerte y menos placentera).
Romper la burbuja de la tónica
Con sumo cuidado, despacio y, como mucho, con la ayuda de una cuchara de coctelería: así es cómo debemos tratar la tónica cuando vamos a servirla en la copa. Una manera perfecta de evitar que sus burbujas de carbónico, esas grandes compañeras de la experiencia del gin tonic pero también las responsables de ensalzar los aromas, se destruyan antes de tiempo.
Y con este mismo objetivo (que la burbuja se mantenga), también es importante que la tónica que usemos sea tónica refrigerada. Al contar ya con la temperatura necesaria, el tiempo de vida del carbónico se alargará hasta el final de la copa.
Huir del zumo de limón
Aunque antaño era una práctica habitual, lo cierto es que la inclusión del zumo de limón en la copa de gin tonic es más enemiga que aliada. No solo aporta acidez (difícil de compensar, en muchas ocasiones, con la mezcla de ginebra y tónica) sino que, además y dada su carga aromática, puede neutralizar el sabor propio del combinado (apoderándose de él y privándonos de disfrutar de los matices propios de la copa).
Usar un mal hielo
Aunque puede parecer secundario, lo cierto es que el hielo juega un papel fundamental en el sabor de un gin tonic. Según cómo sea, puede aportar en la copa sabores desagradables que enturbien el propio del combinado. Por eso, para elegir el hielo más correcto para nuestro gin tonic, siempre tendremos que guiarnos por una sencilla guía: que sea transparente, macizo, insípido y, aunque parezca una obviedad, que esté muy frío.
Este último aspecto es vital, ya que si nos decantamos por un hielo que no esté a la temperatura adecuada aguará rápidamente la copa (estropeándola) o, incluso, si decidimos usar otros tipos de hielos habituales en coctelería (como el hielo frappé o el granizo) generaremos el mismo efecto (así el hielo esté a la temperatura necesaria).
No elegir la cristalería correcta
El hecho de disfrutar de un gin tonic en una copa de balón no es una cuestión de moda. Son ellas, precisamente, las que cuentan con la capacidad necesaria para que la correcta proporción de ginebra y tónica puedan convivir en equilibrio (una razón de peso para evitar el clásico vaso de tubo, de menor capacidad, para tomar un gin tonic). Añadido, será gracias a la amplitud de la boca de este tipo de copas como podremos disfrutar de los aromas del gin tonic (algo que, por dimensiones, nos niegan otro tipo de vasos).
Usar cristalería con temperatura de más
Si queremos que nuestro gin tonic dure lo que tiene que durar, tendremos que evitar usar copas calientes para disfrutarlo. Un buen motivo para que aquellas que estén recién salidas del lavavajillas permanezcan en espera (hasta alcanzar la temperatura ambiente) o para que, si no podemos esperar, las enfriemos bajo el grifo (con agua fría) para acelerar el proceso.
Evitar los aderezos en exceso
Está claro que los aderezos son parte fundamental de un gin tonic. Sin embargo, y tal y como vimos en este otro post sobre el uso de botánicos en coctelería, podemos fiarnos de una máxima sencilla: menos siempre es más. Una buena razón para que en nuestra copa de gin tonic haya un máximo de tres aderezos (entre los que se recomienda, como en el caso de nuestro Perfect Serve, que siempre haya un cítrico).
Añadido, es importante medir si la potencia aromática de determinados aderezos puede nublar el sabor del gin tonic (un buen motivo para usarlos con mesura o, incluso, retirarlos de la copa en el momento de consumo) o, incluso, si el aderezo que queremos incluir es el más adecuado (un buen motivo para conocer, siempre, el Perfect Serve y guiarnos a partir de él).
Agitar la copa
Si en el mundo del vino mover la copa es clave para disfrutar los aromas de un determinado caldo, nada más lejos en el del gin tonic. Nuevamente, conservar el carbónico de la tónica es la máxima y un motivo fundamental para que evitemos ese gesto de mover la mezcla.
Y con estos consejos, lo más sencillo es poder disfrutar de un gin tonic como se merece la mezcla. Saboreando sus matices, disfrutando de sus aromas y paladeando cada trago como lo que es.
Un momento de deleite único que, aunque compartamos, es solo para nosotros.