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La Ley Seca: sabor de las barras del siglo XXI

Escuchando el tintineo del hielo de una copa de gin tonic, es difícil hacerse a la idea de cómo fue una de las épocas más controvertidas de la historia. Una marcada por la Ley Seca, por unos oscuros años 20 que hemos conocido gracias al celuloide en los que beber era una prohibición estatal. Esos años, una década, en los que existían bares dentro de bares para poder disfrutar de una copa. Una época en la que creatividad, clandestinidad y secreto se daban la mano como respuesta a la prohibición.

Lejos quedan aquellos años y su historia más oscura. Pero, curiosamente, es su cara más amable la que ha trascendido hasta nuestros días. O, más bien, la que ha recuperado el aspecto más excitante de una época que tiene su propia página en la historia.

Y es que, curiosamente y a pesar de las prohibiciones, a la Ley Seca le debemos algunos de los cócteles que disfrutamos hoy en día. Recetas que se han reinterpretado y revisado conservando una esencia que germinó hace 90 años fundamentalmente en las entonces oscuras calles de Nueva York. Unas calles que, desde hace unos años, honran su pasado reinventando la Ley de entonces.

Almacén de bebidas durante la Ley Seca

Almacén de bebidas para medir la graduación alcohólica                                                                                                                           Imagen: Library of the Congress

LA CREATIVIDAD COMO RESPUESTA A LA PROHIBICIÓN

Porque, por increíble que parezca, las recetas que hoy conocemos de coctelería nacieron como recurso para poder consumir alcohol. Un alcohol elaborado a espaldas de la ley, destilado de las maneras más variopintas (cuentan las leyendas que la ginebra se elaboraba en bañeras de uso doméstico) y que, de no ser por sus acompañamientos, no podría ser tomado. Ingenio que no solo fue espaldarazo de la coctelería sino también de fenómenos tan singulares como el auge del jazz.

La industria del alcohol ilegal provocó que cualquier lugar fuera idóneo para una destilería, incluso una cuadra en mitad del bosque

La industria del alcohol ilegal provocó que cualquier lugar fuera idóneo para una destilería, incluso una cuadra en mitad del bosque Imagen: Library of the Congress

Creatividad como respuesta en muchos aspectos pero, sobre todo, para buscar un sabor que dista mucho del que podemos disfrutar hoy en día a pesar de que es ahora, en pleno siglo XXI, cuando aquellos cócteles (por obligación) de entonces se saborean por placer. Por el hecho de poder paladear combinaciones de sabores que no solo no disfrazan (como entonces) el destilado sino que contribuyen a ensalzarlo. Que rompen con esa imagen inicial del cóctel como paliativo para convertirlo en una combinación de elegante disfrute.

Quizás también la historia (con aquel Hollywood de sus años dorados, divas que rompían con su carisma la pantalla y caballeros en blanco y negro) han contribuido a poner en valor uno de los momentos más originales de la historia de los destilados.

LA COCTELERÍA, UNA HERENCIA DE LA ÉPOCA

Disfrazar el sabor de un alcohol de baja calidad fue el germen de la coctelería que conocemos hoy Imagen: Library of the Congress

Disfrazar el sabor de un alcohol de baja calidad fue el germen de la coctelería que conocemos hoy
Imagen: Library of the Congress

Precisamente a esa década oscura, a esa Ley que más tuvo de mojada que de cualquier otra cosa, le debemos el hecho de que la coctelería haya recuperado unas tendencias ancladas en el pasado para convertirlas en vanguardia. Para permitirnos disfrutar de cócteles con tanta solera como el Aviation (en el que realza su sabor a violetas en la receta de origen), el Negroni (importado a Estados Unidos por la inmigración italiana de la época) o el Tom Collins (uno de los más demandados en la época por ser refrescante) como auténticos placeres para saborear. Para hacerlo sin prohibiciones pero recuperando, curiosamente, esa clandestinidad de entonces como algo elegido hoy.

Una auténtica atmósfera perfecta para saborear sin ley combinaciones que solo deberían estar prohibidas por el placer que provoca un cóctel con el sabor Like No Other de Brockmans.