Brockmans /
El Principito: espacio único para una noche Like No Other
Es, quizás, uno de los secretos mejor guardados de Madrid. Un lugar que, escondido de la vista del viandante, disimula tras unas puertas metálicas e impersonales uno de los lugares de la ciudad que rezuman más pasado y clandestinidad: la sala El Principito. Un espacio en el que historia, elegancia y misterio se combinan para crear noches Like No Other.
Como si se tratara de una joya escondida, la sala El Principito salvaguarda su increíble belleza del exterior de una manera discreta. Solo traspasando sus puertas es posible disfrutar de un lugar que transmite su imponente y oculta leyenda solo con sus espacios. Y es que, a pesar de su historia más moderna, este singular teatro que disimula su existencia mediante su fachada ha sido testigo y cronista de muchas de las noches más clandestinas de Madrid.
Un testigo mudo capaz de crear la atmósfera necesaria para vivir noches tan inolvidables como A Night Like No Other.
UN ESPACIO SINGULAR PARA UNA NOCHE LIKE NO OTHER
Quizás por su espíritu o quizás por su pasado, no hay apenas una página en su historia en la que no haya secretos. Empezando por sus inicios como teatro (primero de Los Polichinelas, después para uso privado de Alfonso XIII que no dudó en ponerle su propio nombre al espacio) hasta llegar a momentos posteriores de su biografía, en los que cuenta incluso con haber sido cabaret y espacio ocupado.
Y es que su pasado puede sentirse en el espacio. Techos artesonados de madera, cortinajes, palcos que conservan el espíritu de comienzos del siglo XX y butacas recuerdan esas noches míticas y silenciadas en las que este singular teatro cobijó las madrugadas de los caballeros de Madrid.
La magia de sus paredes y el carisma de su espacio fueron motivos más que suficientes para elegir El Principito para celebrar otra noche clandestina: A Night Like No Other. Una noche única que encontró en el que es, quizás, el secreto mejor guardado de la sala su escenario perfecto: la sala Eiffel.
Un espacio diseñado por el mismísimo Eiffel y que contrasta con el resto del teatro por su sobriedad. Una sala a la que muy pocos han tenido acceso desde que dejara de ser el primer frontón femenino de la ciudad de Madrid, y que se convirtió de la mano de la escenógrafa y directora de arte María Puig en un espacio efímero con personalidad propia.
UNA SALA CON LA FIRMA DE EIFFEL, ESPACIO VIP DE A NIGHT LIKE NO OTHER
La elección de esta sala para crear el espacio VIP de A Night Like No Other no fue fruto de la casualidad. Para María Puig, la sala Eiffel era perfecta por su carácter de espacio virgen, sin ningún tipo de acabado decorativo, con mucha historia y un gran potencial para despertar la experiencia de una noche tan singular.
Charlamos con ella para entender el porqué de la metamorfosis que vivió el espacio para acoger A Night Like No Other:
¿Qué tiene de singular esta sala para Brockmans? Más allá de lo anecdótico de estar ideada y construida por Eiffel, las proporciones de la sala eran las adecuadas para nuestras necesidades. Me gustó mucho la altura, la ligereza de las columnas de hierro así como las proporciones y formas de las dos oberturas que dan a los dos pisos superiores. Los acabados en curva de estas ventanas, su sobriedad.
¿A qué responde la puesta en escena que ideaste para A Night Like No Other Madrid? Quería resaltar todo lo mencionado anteriormente, crear un espacio de sensaciones envolventes y trabajarlo básicamente con la luz y pocos elementos decorativos. Nada de ornamentación gratuita, todo muy industrial y urbano, con un aire de clandestina nocturnidad, sin olvidar que había que generar un ambiente envolvente en el que los invitados estuviesen a gusto pero saliendo de la normalidad. A esto, quise sumarle espacios contradictorios como la selva iluminada por tubos de neon.
¿Qué destacarías del espacio que creaste para la Night? Destacaría el contraste y al mismo tiempo la complementariedad de lo frío y lo cálido, lo natural y lo industrial, la luz y la oscuridad. Esto ocurre dentro de la sala Eiffel así como entre esta sala y el resto de las plantas del teatro donde se desarrollaba el resto del evento.
Un punto decadente, una atmósfera urbana y, a la vez, el toque tropical del jardín. ¿Qué sensaciones querías despertar con esa fusión de estilos en un mismo espacio? Es una fusión de ideas más que de estilos. Al final todo formaba parte de una misma instalación. Es cierto que cada rincón funcionaba como un espacio o instalación en sí misma, pero creo que todo cobra otra dimensión formando parte de un mismo espacio. Quería crear una armonía entre elementos aparentemente opuestos. Trabajar con luz fría para el laboratorio de acero y neón, para las catas algo tan natural y orgánico como los botánicos de Jesus Bernad, pero concebido como un altar, algo místico. La zona de cocteleros, sin embargo, era muy urbana, con un andamio y de nuevo luz con tubo fluorescente, pero cálida; proyecciones en las paredes para generar un ambiente cambiante y dinámico. Un espacio muy urbano, siempre en movimiento.
Un espacio resaltado por las instalaciones de luz y en el que la puesta en escena daba una nueva dimensión a sus paredes. Unas paredes que son testigo de una historia que nadie más podrá vivir, ya que la sala Eiffel se cerró al público tras A Night Like No Other para convertirse en una moderna sala de exposiciones.
Una última noche, la de A Night Like No Other, para vivir la atmósfera de un espacio en el que se respira su pasado.