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Astroturismo, paisaje nocturno Like No Other

A veces olvidamos que junto a los paisajes que apreciamos, existen otros mucho más antiguos situados sobre nuestras cabezas y, a menudo, ignorados. Los paisajes astronómicos despiertan cada vez un mayor interés como destino turístico. Y es que hay pocos viajes comparables con la aventura de descubrir las maravillas del cielo nocturno.

A pesar de no poder apreciarla en las ciudades, la Vía Láctea es un auténtico espectáculo del cielo nocturno. Imagen: Alfredo

A pesar de no poder apreciarla en las ciudades, la Vía Láctea es un auténtico espectáculo del cielo nocturno.
Imagen: Alfredo Ruiz en Flickr

Hoy, para disfrutar el cielo como lo hacían nuestros ancestros, debemos alejarnos varios kilómetros de las grandes ciudades para poder observar el cielo en todo su esplendor. La contaminación lumínica actualmente es tan importante que impide ver objetos luminosos, como la zona de apariencia lechosa que cruza el cielo llamada Vía Láctea y que es más visible que nunca en verano. Incluso cuando en ciertos cielos urbanos sólo es posible contabilizar apenas una decena de estrellas, a sólo unos kilómetros se puede contemplar un espectáculo celeste apabullante. Un cielo nocturno oscuro y no contaminado de luz que supone un auténtico privilegio. La observación de este cielo, una experiencia inolvidable.

 

MIRAR AL CIELO PARA DESCUBRIR NUEVOS PAISAJES

Si además cuentas con un potente telescopio, o una buena cámara, contemplar el cielo y superar el reto de cazar con éxito fenómenos como el paso de cometas, las lluvias de estrellas (muy frecuentes en verano, con las Perseidas y las Lágrimas de San Lorenzo como protagonistas) o los eclipses lunares supone un ejercicio de contemplación de belleza. Una manera de descubrir matices que se escapan a los ojos a miles de kilómetros de distancia.

El verano es un momento ideal para la contemplación de las conocidas como lluvias de estrellas. Imagen: Eneas de Troya

El verano es un momento ideal para la contemplación de las conocidas como lluvias de estrellas.
Imagen: Eneas de Troya

 

EL ASTROTURISMO, UNA NUEVA MANERA DE VIAJAR

El gusto por la contemplación de la bóveda celeste ha dado origen a lo que se conoce como Astroturismo: la búsqueda de lugares idóneos para la observación del cielo. España, donde el turismo sigue siendo el sector económico más importante, se está convirtiendo en uno de los principales impulsores de este tipo de ocio que, si bien no es nuevo, en los últimos años está recibiendo un gran impulso.

Esta práctica está a medio camino entre actividad cultural, tiempo libre e interés medioambiental. Destaca como principal motor del astroturismo la Fundación Starlight, una entidad creada para la defensa del cielo como Patrimonio de la Humanidad. Avalada por la UNESCO, la Organización Mundial del Turismo (OMT), la Unión Astronómica Internacional (IAU) y diversas convenciones internacionales, esta fundación trabaja para unificar naturaleza, ciencia, cultura, educación y turismo. En 2007 se adoptó la Declaración Mundial en Defensa del Cielo Nocturno y el Derecho a Observar las Estrellas, defendiendo “el derecho a un cielo nocturno no contaminado que permita disfrutar de la contemplación del firmamento, debe considerarse como un derecho inalienable de la humanidad, equiparable al resto de los derechos ambientales, sociales y culturales“.

Las Auroras, tanto boreales como australes, son uno de los objetos de deseo de los aficionados al astroturismo. Imagen: Andrés Nieto

Las Auroras, tanto Boreales como Australes, son uno de los objetos de deseo de los aficionados al astroturismo.
Imagen: Andrés Nieto Porras

Pero, más allá de nuestros cielos, hay dos lugares del mundo en los que la experiencia de contemplar el cielo es una Like No Other. En los Polos, la contemplación de Auroras Boreales si es en el Norte o Australes si se trata del Polo Sur forma parte del espectáculo del invierno. Un espectáculo reservado a la noche que, con el cielo despejado, permite contemplar estas luces magnéticas creadas por la naturaleza que inundan el cielo de colores en movimiento.

Un fenómeno natural cautivador no exento de misterio como casi todo lo que sucede en ese cielo aparentemente tan próximo que, a la vez, encierra tantos secretos.