Brockmans /
Bansky: la contradicción del grafitero más cotizado
A menudo los expertos de arte suelen debatirse entre comulgar con las obras admiradas por muchos y descubrir nuevas tendencias, disrruptivas e incomprensible dentro del circuito comercial. Si hay un artista que representa el gran contraste que hay entre ambas y las diferencias que suscitan, es el prolífico grafitero británico, Banksy.
Banksy es una contradicción en sí misma. Oculta su identidad real a la sociedad, su arte es crítico y ácido sobre política, cultura pop, moralidad y etnias. Pero al mismo tiempo no deja de ser un subproducto de esto que tanto critica. Banksy trabaja cobrando para organizaciones benéficas como Greenpeace y para empresas como Puma y MTV, e incluso, vende cuadros en circuitos comerciales o en la galería de su agente, Steve Lazarides, de la famosa Sotheby’s.
¿Es realmente esto criticable? En 2004 el colectivo de anarquitectos Space Hijackers repartió octavillas en una muestra de Banksy para resaltar su enorme contradicción al realizar una encarnizada crítica anticapitalista y de protesta, mientras trabaja para grandes empresas y galerías de arte.
Lo cierto es que su obra no deja a nadie indiferente. Técnicamente estamos hablando de un talentoso artista de grafitis y esténcils (técnica artística de decoración en que una plantilla con un dibujo recortado es usada para aplicar pintura) con una marcada personalidad y un fuerte carácter estético, que se vale del contenido social, ácido, inteligente y mordaz, de sus representaciones.
Su ambivalencia es su mayor virtud. Cuenta con seguidores en todos los estratos sociales, que sí llegan a pagar cientos de miles de euros por una de sus improntas. Ha sacado casi del vandalismo a este tipo de representación artística que pide a gritos reconocimiento y que gracias a figuras como Banksy, Obey, Blu o aquí en España Suso 33. Nadie puede escapar al asombro de obras como los murales sobre el Muro de Cisjordania, Policías que se besan, La Mona Lisa sonríe con un bazooka, ratas que cortan candados y cadenas, un tigre que escapa de su cárcel-código de barras, pájaros que destrozan cámaras de seguridad.
Sea como sea, solo se puede reconocer una cosa: Bansky y su obra son, sin duda, una de las grandes obras de arte de nuestro tiempo. Con polémica o sin ella. Porque, precisamente, sin polémica no hay arte.
Fotos | Stencilrevolutioin