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Día de la Mujer: el triunfo de las barmaids en un cóctel
Con motivo del Día de la Mujer, es momento de pasar revista al papel femenino tras la barra. Un universo de sabores y recetas que, durante mucho tiempo, parecía ser únicamente territorio de hombres. Decimos esto porque, todavía hoy, algunos diccionarios de términos de coctelería hacen una singular distinción en sus definiciones: mientras un barman se considera “un profesional que crea cócteles”, una barmaid consta en las mismas fuentes como “una mujer que sirve bebidas tras la barra”.
Más allá de las definiciones, lo cierto es que las féminas han ido ganando terreno tras la barra. Un espacio en el que cada vez hay más mujeres mixólogas que experimentan, crean y juegan a diseñar sabores inolvidables que quepan en una copa. Un lugar que también ocupan, como un auténtico acto de justicia poética, en las finales de los concursos internacionales de coctelería. Unos en los que es cada vez más habitual ver mujeres en candidaturas finalistas.
Pero antes de llegar hasta este Día de la Mujer, el papel femenino de las barmaids ha tenido que superar muchos escollos. Pasos que han construido, en suma, un singular camino hasta poder desarrollar plenamente su actividad en la actualidad.
LA EVOLUCIÓN DE LAS BARMAIDS: DEL PASADO HASTA ESTE DÍA DE LA MUJER
La presencia de la mujer tras la barra no es algo nuevo en la historia de la coctelería. Sin embargo, hasta llegar a la consideración de profesionales que tienen en el día de hoy, las féminas han tenido papeles muy distintos a los de la actualidad.
Hasta bien entrado el siglo XIX, los bares eran un espacio exclusivamente masculino. Ninguna mujer osaba entrar en ellos a menos que fuera para trabajar en el que era el trabajo peor pagado y visto del momento: el de camarera. La demonización de esta profesión ejercida por mujeres fue tal que en algunos países llegó a vetarse su presencia tras la barra. Aunque Australia capitaneó esta prohibición y la mantuvo hasta la década de los años 20 del siglo pasado, no fue el único país en el que se adoptó esta medida.
En la Inglaterra de comienzos del siglo XX, el papel de la mujer tras la barra se convirtió en una auténtica cuestión de estado. El germen lo sembró Glasgow en 1902, año en el que una normativa municipal prohibía el trabajo femenino en los bares. Sería con la iniciativa de un parlamentario británico en 1906 como la medida cobraría peso en el país.
Bajo la excusa de proteger a las jóvenes barmaids de los clientes borrachos, se prohibió que ocuparan ese lugar. Una medida con la que creían que los hombres dejarían de visitar estos locales y que serviría para frenar al alcoholismo de la época.
Lejos de quedarse en algo pasajero, la prohibición de contar con mujeres en los locales se consumó en la ley aprobada en 1908 por la Cámara de los Comunes de Reino Unido. A pesar de que el decreto era sobre el control de la concesión de licencias para servir alcohol, de manera encubierta contaría con una cláusula que pondría en una difícil situación a los propietarios de locales: se podría denegar la renovación de una licencia si el local decidía incluir mujeres en su plantilla.
Y este hecho no fue algo aislado: la negativa se convirtió en un auténtico debate político y social en Inglaterra. Tal fue el alcance que se dice que Winston Churchill perdió unas elecciones por posicionarse, un día antes de los comicios, a favor de derogar la ley que acotaba el trabajo de las barmaids.
“COLEY’S DREAM”, EL CÓCTEL DE PAMELA DE MOURA PARA HONRAR EL DÍA DE LA MUJER
Y en ese mundo de prohibiciones femeninas, si a alguien tenemos que recordar en este Día de la Mujer es a Ada Coley Coleman. La mujer que desafiara las normas británicas capitaneando durante más de 20 años la barra del mítico Savoy de Londres. Una fémina que, además, ha dejado su propia leyenda siendo considerada como una de las bartenders más influyentes de la historia.
Inspirándose en su fortaleza y en esa pasión compartida por la coctelería, una joven barmaid ha honrado su legado creando un cóctel homenaje para el Día de la Mujer que puede disfrutarse hasta el 11 de marzo en La Rebotica de Ponzano. Una creación de Pamela de Moura, “Coley’s Dream“, que le pone un sabor más que personal a esa puerta abierta por Coleman para que las mujeres pudieran no solo soñar con crear sino, sobre todo, llevarlo a cabo.
La juventud de Pamela es una de las virtudes de esta barmaid. Pasión y compromiso son dos de los términos que mejor definen las creaciones que nacen de su increíble sensibilidad para la coctelería. Unas que se plasman en unas recetas de cócteles de autor, que interpreta con su singular sello en una barra que es ya su hábitat natural. Recetas que la han convertido en una firme promesa de la coctelería.
Llegó a este mundo tras descubrir, cuando terminaba sus estudios universitarios, que su auténtica pasión era crear cócteles. Una vocación tardía que no por eso la detuvo: a pesar de su carácter autodidacta y de ser una ávida lectora, no tardó en comenzar a formarse tanto en cursos como asistiendo a congresos de coctelería. Una auténtica fuente de inspiración y conocimiento para ella.
Para Pamela, no hay diferencias tras la barra. Quizás, únicamente, una rémora del pasado que continúa considerando a la mujer más frágil para desempeñar determinadas labores que implican una mayor fuerza física. Algo que no amedrenta a esta joven barmaid que, con apenas un año de rodaje en la capital, ya ha sabido hacerse un hueco con destreza e instinto en las barras de Madrid.
Su “Coley’s Dream” es una singular receta con Brockmans Gin, licor yuzu; y cordial de pomelo, bergamota y flor de hibiscus. Un cóctel refrescante, con marcadas notas cítricas y sumamente aromático. Un carácter que se potencia todavía más gracias al detalle final de su elaboración: está aromatizado con agua de azahar. La mezcla perfecta para ponerle perfume propio a esa sensibilidad femenina que marca la propia naturaleza.
No puede haber mejor aroma y sabor para celebrar el Día de la Mujer que este delicado y rotundo cóctel firmado por una mujer.
Dos adjetivos, delicadeza y rotundidad, que bien podrían definir a esa mitad del mundo que siente en femenino. Esa que, en días como hoy, sigue la estela del sueño por el que lucharon otras muchas mujeres.