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La noche que nació una estrella: Studio 54

Haber estado la noche en que nació, un 26 de abril de 1977, fue casi como haber presenciado el nacimiento de una supernova, o mejor aún, haber estado el día en que se hizo el Big Bang. Esa noche se conocerá por siempre como el nacimiento de un mito de la nocturnidad, el desenfreno, la libertad, el descaro y el culto por lo más chic de la ciudad por encima de todo. No había desde esa noche y casi hasta entonces, algo más emocionante que ir a bailar a Studio 54.

“Para muchos quizás esté exagerando; no es nada más que un local, dirían algunos. Pero para un servidor, que estuvo allí y lo presenció, no se trata solo de un local”. Philip Nobile, un prestigioso escritor y periodista freelance de casi cualquier publicación de renombre de la Gran Manzana, lo vio nacer, estuvo en el nacimiento de Studio 54 y lo expresó así. Nadie habría oído hablar de este local de no ser porque a su inauguración asistieron  Mick Jagger y su entonces pareja, Bianca, Salvador Dalí, Liza Minnelli, Donald Trump y su esposa Ivana, Debbie Harry, Brooke Shields y un largo etcétera. Nadie se imaginó que nacería el primero de estos clubs donde en palabras de su fundador Steve Rubell, se buscaba transgredir las normas sociales (y hasta las leyes) con total discreción, “ya fuera dentro del local o en sus balcones”.

Interior de Studio 54. 1977. Robin Platzer

Cuando digo balcones me refiero a que el edificio que albergaba Studio 54, fue construido con estructura de teatro y ópera. Fue utilizado como tal durante muchos años, pero sin éxito. Luego pasaría a manos de la cadena CBS, hasta que lo vendió y se convirtió en una discoteca, para ser rebautizado con el número de la calle en la que se ubica.

Varias estrellas como Warren Beatty, Cher, Woody Allen y Frank Sinatra querían disfrutar del festejo, pero no pudieron entrar; se cuenta que varios de ellos fueron rechazados por el despótico control que se ejercía en la puerta. Más allá de todas las leyendas e historias sin comprobar, la máxima del local era la lógica que los extremos o excesos son el camino a la perfección. Treinta y tres meses duró el primer y quizás el único y verdadero Studio 54, que albergó el brillo y el glamour de puertas para afuera. Otra cosa fue lo que ocurrió en su interior. Quizás algo más que vivir la fiebre y el auge de la música disco. Lo mejor será dejarlo como su aura.

Fotos | SiriusXM