Brockmans /
Press for Gin Madrid, una noche inolvidable
Una cita misteriosa con dos únicas instrucciones: una dirección y una hora. Una enigmática puerta que, desde la calle, escondía lo que se iba a vivir en su interior: una noche única de sensaciones sensoriales solo para unos pocos afortunados. Una velada que giraba en torno a un protagonista: nuestro botón Press for Gin.
El pasado 25 de octubre, la noche más auténtica se vivió tras una puerta del madrileño barrio de La Latina que no desvelaba nada y, a la vez, lo escondía todo. Lo que fue hasta hace poco tiempo la vivienda-taller de joyería de un diseñador artesano se transformó durante dos noches en un local con sabor a Brockmans. Uno con aires neoyorquinos que, más allá de su puesta en escena, respiraba esa atmósfera singular de los lugares clandestinos.
Esos sitios únicos que vivimos intensamente, sabiendo lo afortunados que somos por compartir una experiencia que mañana ya no existirá.
Con el Gimlet de bienvenida y los primeros bocados, creados por Luca Rodi e inspirados en Brockmans, los invitados comenzaron a despertar sus sentidos para dejarse llevar por los sabores de la noche: los botánicos de Brockmans. Un hilo conductor que podía olerse y saborearse en cada uno de los cinco deliciosos aperitivos preparados por el Chef italiano. Una propuesta en la que los aromas y matices de Brockmans brillaban con luz propia en elaboraciones cargadas de originalidad, suculencia y complejidad.
Tras estos bocados, que dieron pistas a los asistentes sobre lo que estaba por venir, los 60 invitados pasaron a ocupar sus lugares en las mesas para continuar saboreando intensamente la noche. Unos asientos asignados que desconocían hasta ese momento, y que descubrieron siguiendo la pista que se les dio en la puerta: tan solo un número. Uno que, en ese momento, cobró sentido.
La cena comenzó desvelando otra sorpresa: los asistentes serían esposados. Un momento singular que cobró sentido cuando se apretó el botón Press for Gin y, trás de un cortinaje situado en la zona superior del espacio, comenzó la primera intervención de Luca Bonsignori, Brand Ambassador de Brockmans en Madrid y maestro de ceremonias de la noche. Con su aparición, se sirvió en la sala el primero de los cócteles diseñados por él para la noche: Houdini Fizz.
Una refrescante receta ideal para liberar la esencia de Brockmans que, además, incluía una sorpresa: las llaves que liberarían a cada invitado de sus esposas.
Con el segundo plato, una singular creación que sumaba mar y tierra para recrear el sabor de las almendras presentes en Brockmans, nuestro botón volvió a cobrar vida para hacer que todas las miradas se concentraran en la artista aérea que desafiaba la gravedad en mitad de la sala. Una intervención a la que se sumó una agrupación de batukada que recorrió el espacio e hizo subir las pulsaciones a los asistentes con sus ritmos.
La mejor antesala posible para presentar el segundo cóctel de la noche: Red Velvet. Una arriesgada receta inspirada en el clásico Negroni, en la que Brockmans convivía en armonía con el Vermut y el Champagne; y que, al igual que la actuación, quería poner en valor el equilibrio de una ginebra marcada por ser intensamente suave.
A la tercera creación gastronómica de Luca Rodi le acompañaría el tercer cóctel diseñado para el evento: Dancer in the Dark. Creaciones en las que el ingrediente fundamental de cualquier ginebra, el enebro, era la nota principal del plato; mientras que en la copa se reservaba la sorpresa a las ligeras notas de Mezcal y chocolate que acompañaban a Brockmans. Dos delicias para el olfato, el paladar y la vista que exigían una etiqueta muy peculiar: el uso de un antifaz.
Cuando los asistentes creían que no podían sorprenderse más, nuestro botón Press for Gin volvió a ser presionado. Y con él aparecieron en escena la caricia de la música de un saxofón y la personalidad del violín. Dos sonidos que, tras sus interpretaciones en solitario, sedujeron a los asistentes que saboreaban el cierre de la noche: el Perfect Serve de Brockmans.
Y así, con el equilibrio de nuestro gin tonic, se despidió una noche en la que sorpresas, intriga y un toque de teatro lograron convertir gastronomía, coctelería y experiencias en una suma sensorial difícil de olvidar.
Una noche que, como todas las cosas únicas, solo se pudo vivir por una noche. Dejando en el paladar el regusto de las sensaciones, y en la memoria una huella tan única como lo es un trago de Brockmans.