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El Dry Martini de Luis Buñuel

El auge actual del gin tonic como cóctel hegemónico es indiscutible. Un cóctel del que existen infinidad de variantes a lo largo del mapa del mundo, casi tantas como fieles consumidores. Diferentes tipos de tónica, toques de fruta, aromatizantes… Puede que una de las claves del éxito que está viviendo hoy en día el gin tonic radique en las grandes posibilidades de “customización” que ofrece esta bebida. El único elemento imperturbable del que todo gin tonic debe constar es una buena ginebra. Una ginebra con personalidad marcará decisivamente el resultado de la combinación, siendo el ingrediente más importante de nuestra receta.

Sin embargo, la ginebra es la reina de los cócteles desde mucho tiempo antes de la actual era del gin tonic. Y uno de los cócteles que más contribuyó a dar a esta bebida la privilegiada posición de la que hoy goza fue el legendario Dry Martini. Un cóctel que se basa en una mágica combinación de ginebra y vermú seco, en una proporción, según la International Bartenders Association, de 6:1. Aunque, como en el caso del gin tonic, la receta puede variar ligeramente en función del gusto del consumidor. De esta manera, grandes personalidades como Winston Churchill o Ernest Hemingway, contribuyeron a popularizar esta bebida haciendo públicas sus propias interpretaciones del Dry Martini.

Dry Martini. Autor: Jenny Downing

Dry Martini. Autor: Jenny Downing

Esta vez, queremos compartir la particular revisión del Dry Martini de Luis Buñuel, sin duda alguna, el director de cine español más influyente de la historia. Uno de los grandes genios creadores que ha dejado el siglo XX y alguien a quien no puede sentar mejor la etiqueta Like No Other.

El artista Luis Buñuel

El artista Luis Buñuel

Un perro andaluz (1929), Los olvidados (1950), Viridiana (1961), Belle de jour (1967), El discreto encanto de la burguesía (1972)… Imposible quedarse con un título. Las obras maestras se cuentan por puñados en la filmografía de Buñuel. Películas que en algunos casos marcan un antes y un después en la historia del cine y en las que el director aragonés deja su marca personal. Su particular visión del mundo, de los rincones más misteriosos del alma humana, de la religión, el sexo y el pecado. Todo ello queda plasmado en las películas de Buñuel. Y de estas creaciones, gran culpa la tiene el Dry Martini.

LOS PLACERES DE AQUÍ ABAJO

El bar fue para Luis Buñuel el espacio predilecto para la creación. El lugar en el que forzaba a trabajar a su imaginación. Así lo describe el propio director en Mi último suspiro, biografía en la que su amigo y guionista habitual en su filmografía, Jean-Claude Carrière, recoge las conversaciones que ambos mantuvieron durante largos años de producciones cinematográficas. En uno de los capítulos de este libro, titulado Los placeres de aquí abajo, el aragonés habla de su relación con los bares y de cómo el Dry Martini forma parte de su rutina de trabajo. Una especie de ritual preparatorio en el que Buñuel acondiciona su mente para desplegar un bombardeo de ideas surrealistas.

El bar fue para Luis Buñuel el espacio predilecto para la creación.

El bar fue para Luis Buñuel el espacio predilecto para la creación.

SU RECETA

¿Y cuál era la fórmula del genio? Cuando Buñuel estaba en su casa, él mismo preparaba sus Dry Martinis siguiendo una receta que fue perfeccionando durante años y que decía insuperable. Al director español le gustaba el Dry Martini muy seco, con una presencia casi testimonial del vermú y con el hielo muy duro.

Buñuel procedía de la siguiente manera:

  • El día antes, dejaba todo lo necesario para preparar el cóctel en la nevera. Tanto las copas, como la ginebra y la coctelera. El hielo, lo mantenía a 20 grados bajo cero, algo fundamental para que no suelte agua: “No hay nada peor que un Martini mojado”.
  • A la hora de la preparación, el director ponía el hielo en la coctelera y sobre este añadía unas gotas de vermú francés Noilly-Prat y una cucharadita de café de angostura. Tras agitar la mezcla, Buñuel desechaba este líquido, manteniendo únicamente el hielo levemente perfumado por el vermú y la angostura, en la coctelera. Sobre este hielo, añadía después la ginebra pura. Agitaba nuevamente y servía.

Y eso era todo. Una sencilla pero delicada preparación que proporcionaba a Luis Buñuel la que era, según sus propias palabras, su bebida favorita para estimular la imaginación.

Luis Buñuel, un director de cine universal e incomparable y gran enamorado de la ginebra, que hace que las palabras Like No Other cobren un sentido especial.