Brockmans /
Londres es David Bowie
Avanzados los sesenta Davie Jones vestía bastante mod. Carita post-colegial mitad ángel mitad demonio. Un ojo de cada color. Influjo del lujo y de Plutón. Rubio pajizo de flequillo resultón, abajo el tupé.
Corbatas, trajes entallados, demasiado patrón para un alma tan descarriada. Jones se despeinó un poco, tiró de la pata de elefante, y la psicodelia entró en juego: nacía David Bowie. La historia del rock. El brillo del glam. El Gran Duque Blanco. Y mil máscaras más.
De London, Boy, Ta-Ta a la “odisea espacial” tan sólo una parada de auto-stop… Six, Five, Four, Three, Two, One…
Y el resplandor de Bowie, casi 45 años después de su alunizaje, es inmortal. Londres se rinde al artista camaleónico por naturaleza y la exposición que el Victoria and Albert Museum celebra hasta el próximo 11 de agosto es de visita obligada. Los curators del montaje, Victoria Broackes y Geoffrey Marsh, han seleccionado más de 300 objetos que giran en torno al universo Bowie: desde partituras de canciones míticas hasta fotografías y películas, pasando por prendas de ropa –mágicas, aladinas, diseñadas por los más grandes de la costura- o vinilos de coleccionista donde el artista llegó a controlar todos los procesos de creación.
Una exposición patrocinada por Gucci, que es uno de los must de esta temporada en Londres, la ciudad que nunca duerme y que, además, vio nacer al artista en 1947. Y para hacer más redonda la experiencia nada mejor que dejarse vencer por la atracción consumista del pop: en la tienda oficial del museo podrás hacerte con camisetas, libros, posters, chapas o pendientes de esta leyenda viva.
Pero volvamos al presente, queridos curiosos, el tiempo amansa a las fiestas y en pleno 2013 Bowie disfruta de un renacer gracias a su disco –casi inesperado- The Next Day. Sorprendiendo a todos sus fans, más aún a todos aquellos que ya le hacían retirado y demolido, la gran estrella parece reírse de todo, y de todos, desde su madurez y clasicismo.
No hay nada, seguramente, este verano, como escuchar uno de sus últimos temas (Where are we now?), en uno de los muchos pubs que pueblan esta ciudad -alérgica al sueño-, con una pinta en la mano o con un sugerente gintonic de Brockmans.
Gusto exquisito en definitiva, algo muy Bowie.
Foto | Liverpool Echo