Brockmans /
Wimbledon, el rito del tenis
No hay en todas las competiciones deportivas ninguna otra con más distinción y tradición que la que acoge Londres. The Championship, más conocido por todos como Wimbledon, el torneo más célebre y antiguo del mundo del tenis. Y muchas otras cosas.
Se trata del tercer torneo de Grand Slam pero su singularidad va más allá del prestigio que aporta ganarlo y del propio premio. Wimbledon posee una serie de normas y tradiciones que lo convierten, en sí mismo, en un mito londinense y deportivo.
Una de sus peculiares costumbres consiste en qué se come y se bebe durante el torneo. Sin duda la degustación de fresas con crema de leche constituye una de las más finas tradiciones, no por su alto coste sino por sus curiosos orígenes: cuando se popularizó la fruta en la capital inglesa a causa del impuesto sobre el azúcar. Pero es tan popular que los números hablan por sí mismos: más de 61.000 libras se invierten en cada edición para comprar esta fruta y casi 7.000 litros de crema. Y, sí: Wimbledon también tiene su propio cóctel. Uno a base de la bebida clásica es la Pimms, un refresco de verano que consiste de una mezcla de vino y hierbas con un fondo de ginebra.
Otra de sus hermosas peculiaridades es el respeto y el cuidado de tradiciones que se han perdido en el tenis moderno. El tratamiento a los jugadores como “Miss” o “Mrs” (señorita o señora) en cada uno de los puntos. La indumentaria, por ejemplo, debe aproximarse a ser 100% blanca. Y, para no quitarle majestuosidad, los trofeos son de plata y se entregan en eventos individuales.
El All England Lawn Tennis and Croquet no es un club cualquiera. De hecho, solo cuenta con 375 socios fijos y 100 más temporales, los cuales suelen llevar corbatas verdes y moradas como muestra de orgullo de pertenecer a tan exclusiva élite. No hay vallas publicitarias en las pistas por lo que los únicos sponsors permitidos son los de los propios jugadores, quienes disponen de las habitaciones más lujosas de la ciudad, aunque últimamente los grandes como Nadal o Federer suelen alojarse próximos al club. Un signo más de distinción del encuentro.
Y así podríamos continuar con decenas y decenas de protocolos y rituales que lo hacen un campeonato genuino e inigualable. Pero si desveláramos todos sus misterios, ¿dónde estaría la magia de vivirlo en primera persona?
Foto | Gran Slam Gan, Ralph Laurent Magazine